domingo, 28 de agosto de 2011

Migraciones V

Nica ignorante,
mexicano ladrón,
boliviano narco,
cubana calentona,
argelino mugriento,
libanés terrorista,
negro apestoso,
filipina ramera,
marroquí miserable,
judío usurero,
chino mafioso.
Al lado norte del muro,
en la orilla sur del río,
al otro extremo del charco,
en la tierra prometida,
la identidad se aplasta
con un insulto.

Migraciones IV

Desde la vieja foto
en la pared de la cuartería,
mamá abraza mis tres años
y le sonríe con desgano a mis veinte.
Ya desde entonces
en los ojos le nadaba lo triste.

Migraciones III

La vida atrapada en una red
de paralelos y meridianos
y el corazón partido en cruz
por los hemisferios.
Brújula que gira loca
en este norte que no es el mío.
Babel de rótulos y luces
que marea y extravía.

Migraciones II

Mi palabra rebota
contra la piedra de los rostros
y cae al suelo sin sentido.
Con esta voz de lejanías
soy mudo aunque hable a gritos.
Absurdo tropel de lenguas
que me asfixia el oído.
Soy sordo también,
aunque escuche.

Migraciones I


El coyote, la luna,
la huída, la esperanza,
el desierto, el frío,
el muro, el hambre,
el túnel, la sed,
la asfixia, los orines,
el grito, la luz,
el perro…
el policía.

lunes, 8 de agosto de 2011

La noche

La noche (1897). Henry Fantin-Latour. Museo D’Orsay, París.

Una vez más, no coincidimos.
La noche, con su denso cuchillo
nos parte en dos el sueño
y los deseos.
Solo logramos vencerla
cuando nos sorprende juntos,
con nuestros cuerpos
atados de manos
y lacerados por los besos.
Solo vencemos a la noche
cuando surcamos la madrugada
húmedos de amor
y despertamos brillantes,
como pequeños soles
en nuestro propio universo.

martes, 2 de agosto de 2011

Celebración

  Hoy es día de celebración.
La memoria de mis dedos revivirá la liturgia
de tus cuatro evangelios, de tus diez mandamientos.
Descubriré al dios que me llama desde tu zarza ardiente,
que me señala el camino a la tierra prometida.
Te sitiaré con mi ejército tres días y tres noches,
sonaré mi trompeta para derribar  tus murallas,
empuñaré mi vara y partiré en dos tus aguas.
Y saciarás mi hambre con el maná de tus deseos.
Y caeremos en la tentación, como criaturas de barro.
Aunque no esté libre de pecado
te lanzaré la primera piedra.
Tú me clavarás una duda en el costado.
Yo te negaré tres veces antes de amarte.
Pero ya no importa el paraíso perdido,
porque hoy es día de celebración.
Mis manos hambrientas partirán
el pan bendito de tu cuerpo.
Y tus manos se aferrarán a mi espalda,
cuando nos crucifiquemos
en el abrazo de la pequeña muerte.
Entonces echaremos a la suerte las ropas de la vergüenza,
convertiremos en vino el agua de nuestros cuerpos,
nos salvaremos del fuego, como corderos redimidos,
y nos quitaremos mutuamente los pecados del mundo.
Amén.

lunes, 1 de agosto de 2011

Ave solitaria


En el ojo entreabierto
de la noche
un pájaro extraviado
busca refugio.
No estás.
Donde era el corazón
palpita una estrella solitaria.